Conocer la experiencia que se lleva adelante en la sede del INTA en Rafaela es conocer otro sistema pastoril posible, en el cual a través de una alianza estratégica con la tecnología se prioriza el bienestar animal y se trabaja codo a codo con el medioambiente para causar el menor impacto posible.
Se cumplen seis años de la instalación del primer sistema de ordeño robotizado en nuestro país, con una capacidad máxima de alrededor de 65 vacas. Producen alrededor de 2200 litros de leche por día, con una frecuencia de ordeño de 2.5 por vaca, y el dato reluciente es que la relación entre lo producido y lo vendido es de un 99%. Esto implica muy poco descarte porque, al tratarse de un sistema que contempla su bienestar, los animales tienen muy poco rechazo.
Triplicando el promedio de productividad nacional, a través de este sistema las vacas producen alrededor de 35 litros por día, que da un total de entre 28 y 30 mil litros de leche por hectárea anuales.
Como limitaciones de este sistema, el Coordinador del Programa Nacional de Lechería Miguel Taverna menciona la ausencia de líneas crediticias con plazo y taza razonables que permitirían incorporar estas tecnologías en distintos tambos del país. Su desarrollo demanda como infraestructura básica la conectividad y una corriente eléctrica de calidad con estabilidad, que no es lo común en la mayoría de los tambos pero a la vista queda que posibilitan una gestión mucho más precisa y eficiente.
El impacto de las tecnologías de precisión sobre el sistema
La gestión ambiental es un eje muy importante dentro del sistema, como así también la calidad de vida y las condiciones de trabajo de los tamberos. En este tambo modelo se recupera el agua para el lavado de pisos, como así también los efluentes sólidos se utilizan como biofertilizantes y los paneles solares permiten reducir el consumo de energía. Con el ingenio y la conservación del medioambiente como norte, cosechan agua de lluvia de calidad para incorporarla en los procesos de lavado.
Dos operarios trabajan en el tambo con turnos de seis horas por día, con la conectividad como aliada. En las horas restantes del día, controlan en tiempo real el desarrollo de actividades desde sus hogares, modificando el patrón de conducta histórico de los tamberos aunque realizando las mismas actividades. La diferencia es que pueden dar de comer, inseminar, tratar las vacas enfermas, mover los boyeros, desmalezar y mantener los corrales como parte de sus rutinas diarias pero la permanencia presencial es reducida, lo cual sin dudas aporta a su calidad de vida y bienestar.